Récord: por impuestos, un auto se encarece 120% desde que llega al país
Un vehículo que arriba al puerto con un costo de $1.100.000 llega al público a $2.400.000.
La pregunta es recurrente: ¿por qué los autos son caros en la Argentina? Según el nuevo esquema tributario que entrará en vigencia desde septiembre, los vehículos de más de $2.041.000 de precio al público deberán pagar una alícuota de 20% de este gravamen que, en sus inicios, se denominaba impuesto “al lujo”. Con el tiempo fue creciendo su impacto y, en la actualidad, castiga a vehículos de gama media, muy lejos de ser un bien suntuoso. También hay una segunda escala que aplica un sobrecargo del 35% a los 0 km de más de $3.769.745.
Esta modificación fiscal sirve para analizar el impacto de la presión impositiva en el sector automotor. Ya es sabido, según un estudio realizado por la asociación que agrupa a los fabricantes nacionales (ADEFA), que aproximadamente el 54% del valor de un 0 km son impuestos. Este es un cálculo teórico ya que las variables son muchas. La forma de imputación, los segmentos en los que se mide y otros factores hacen que cada modelo sea diferente. Pero los Impuestos Internos se aplican sobre este nivel impositivo de base, lo que agrava el problema de un tributo que castiga principalmente a vehículos importados que hace que sean mucho más caros que en la mayoría de los países.
Tomando un ejemplo de un modelo afectado con la primera escala, el incremento del precio desde su valor al arribar al puerto hasta que llega a la concesionaría es de alrededor de 120%.
Según establecerá la AFIP, desde la semana próxima, la base imponible será a partir de $1.451.300 de valor mayorista. Es decir, un auto que cueste un peso más, comenzará a tributar Internos. En este caso, se debe partir de un 0 km que su valor de compra en el exterior más flete ronde $1.100.000. Normalmente son modelos de extrazona que pagan un arancel de importación de 35% más una Tasa de Estadística de 3%. De esa forma, su valor pasaría a quebrar la barrera en la que comienza a tributar el impuesto “al lujo”. En un vehículo de producción nacional, la relación es prácticamente igual ya que ese 54% estimado de presión impositiva incluye el IVA. Si se lo descuenta, la carga fiscal por tributos a la producción equivale al nivel del arancel de importación. A esto hay que sumarle el margen que aplica el importador. En teoría, es del 14% aunque ese porcentaje varía, según la política comercial de cada empresa. En épocas de bajas ventas se resigna ingresos. Hay que aclarar que ese margen no es rentabilidad ya que sobre su monto hay que descontar todos los gastos fijos de las automotrices. Tomando el nivel estándar, el precio aumenta a unos $1.687.000 aproximadamente.
Recién en esa etapa se imputa el IVA del 21%, lo que eleva la cifra a $2.041.947. Como en este ejemplo teórico, con un valor mayorista de $1.451.301, este modelo queda alcanzado por Internos, hay que recargarlo con la alícuota de la primera escala de ese tributo. De esta manera, su valor sería de $2.404.772. Claro que es necesario puntualizar que, por cuestiones técnicas, este es un monto orientativo ya que el sistema de cálculo es engorroso y permite distintas formas de aplicación.
Por ejemplo, ningún importador va a dejar por un peso (o una cantidad manejable) que un vehículo caiga en este gravamen. En esos casos se sacrifica márgenes para que ese modelo quede fuera de Internos. En el mercado, esto se denomina “topear” un auto, es decir fijarle un valor justo por debajo del monto a partir del cual se paga el impuesto.
El ejemplo en cuestión busca, de manera aproximada, mostrar el encarecimiento que tienen los autos en todo el proceso de nacionalización y comercialización.
Por Horacio Alonso
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