“Fue un año que explotó en producción y ventas”
Sergio Fernández, Presidente de la multinacional John Deere así lo afirmó. Habló sobre la actualidad e inversiones de la empresa.
Ingeniero mecánico, recibido en la Universidad Nacional de Rosario y actualmente Presidente de Industrias John Deere Argentina. Tiene una vasta experiencia en la empresa que le permitió llegar a la presidencia: en 1990 ingresó como ingeniero de producto en Rosario. En 1995, fue designado supervisor de Ingeniería de Producto y en 1999 fue promovido a gerente de Ingeniería de Producto, Manufactura y Mantenimiento de la unidad. En 2003, asumió la posición de gerente de Operaciones y, desde 2006, fue gerente de Fábrica para la operación en la planta de Granadero Baigorria.
Fernández vivió en primera persona la transformación del proyecto para la fabricación de tractores y cosechadoras en la planta santafesina, que se sumó en ese momento a la producción de motores que abastece a toda Sudamérica, siendo una de las 5 fábricas que tiene la multinacional en el mundo.
Al cerrar en 2011 el Gobierno la importación de forma total de productos terminados, tuvieron que decidir rápido cómo continuar porque la base comercial de la marca era la venta de tractores y cosechadoras que eran importados. Así que rápidamente tomaron la decisión de preparar la fábrica, que estaba bajo su mando, para comenzar a producirlos localmente.
Comenzaron en el depósito de repuestos (había sido mudado a un nuevo depósito) con la fabricación de tractores más chicos (utilitarios). Traían desde India y México la transmisión y ejes mientras que nacionalizaron llantas, neumáticos, baterías y fundiciones más simples.La principal ventaja era que el motor es argentino, producido en la misma planta. “Fue notable porque los dealers, como no tenían tractores para vender, aprendieron a vender utilitarios a punto tal que teníamos el 50% del market share en su momento”, contó a Clarín Rural.
También avanzaron en la producción de cosechadoras en 2012, que según explicó, fue más complicado. Pero se adaptó rápidamente la fábrica de John Deere ubicada en Horizontina, Brasil, para proveerles los materiales necesarios. Desde Argentina enviaban el motor para Brasil y desde el país vecino importaban parte de la trilla y de la separación con dicho motor montado. Y años más tarde, comenzaron a fabricar tractores de mayor potencia en 2017. Eran tractores medianos y grandes (líneas 6000 y 7000). Actualmente, sólo importan de forma completa los tractores de menos de 40 caballos (de jardín) y de más de 230 caballos.
Además, John Deere tiene un centro de entrenamiento y un centro de distribución de repuestos en el predio que ocupa 60 hectáreas en las afueras de Rosario.
“Con el Gobierno de Macri había dudas de Estados Unidos (casa matriz) de que si había que seguir fabricando de esta manera en Argentina, pensando en que se iba a abrir todo. Porque veían que hay una cierta ineficiencia que en Brasil armen y desarmen los modelos para mandar acá, pero vieron que tener una fabricación local, sea el gobierno que sea, ayuda muchísimo por la relación con el mercado y con el cliente”, describió la situación en aquel momento.
Pese a estos cambios que impulsaron la producción, la multinacional fue por más. y en 2018 invirtieron en Pla, que produce sembradoras y pulverizadoras en Las Rosas (Santa Fe), y en King Agro, que elabora botalones de fibra de carbono en Campana (Buenos Aires).
- ¿Cómo ve la actualidad política-económica de la Argentina?
-El momento lo veo con mucha incertidumbre. Lo único bueno es que estamos acostumbrados. Como decía Fontanarrosa (Roberto),‘ andás mal pero acostumbrado’. A veces hablamos con la casa matriz y no terminan de entender todo. Pero nos terminan diciendo ‘ustedes pasaron muchas crisis y confiamos en ustedes que saben navegar’. El liderazgo local ha logrado generar esa confianza de que sabemos manejar. El riesgo siempre está pero uno trata de mitigarlo lo más posible y seguir haciendo negocios. Tenemos los principios operativos. Si debemos priorizar importaciones porque hay restricciones mayores, priorizamos para motores porque soporta el negocio de la región. Además, tratamos de fondearnos internamente pese a que tenemos acceso a fondeos externos de la compañía. Y estamos atentos con el spread (cambiario) mirando las resoluciones del Banco Central.
-¿Tuvieron problemas por las restricciones para importar?
-Hemos tenido problemas pero al tener una base de producción local, cerca del 80%, no fue grave. Nos impactó en sembradoras y pulverizadores. Importamos cero. El año que viene prevemos atender el mercado con Pla. Y en el caso de tractores y cosechadoras nos impactó con el timing pero se fueron liberando. Hubo demoras de componentes que generaron ineficiencia en las líneas de producción pero al final del día funcionó, no se paró ninguna línea.
-¿Cómo cierra el año John Deere?
–Fue un año que explotó en producción y ventas. En tractores utilitarios se triplicaron los volúmenes comparados al 2020. Mientras que en cosechadoras fue un 40% más. Hubo demanda reprimida por la pandemia el año pasado y en 2021 repuntó, no sólo en maquinaria, sino también en muchos rubros. Además, se sumó en Argentina el hecho de un dólar atrasado que fomentó más las ventas. Y ahí se nos produjo otro problema, que es un lindo problema, pero que no deja de ser un problema, que es la falta de productos al tener más demanda que oferta. Te queda ese gusto de que fue un año de que se podría haber vendido más.
-¿Y en motores?
–En motores casi se duplicó. En 2021 vamos a terminar fabricando alrededor de 27.000 motores de los cuales cerca de 24.000 fueron exportados. En Argentina quedan 3.000 y luego están los de la cosechadora que van a Brasil y vuelven al país montado. Y en 2022 prevemos alcanzar la fabricación de 32.000 motores.
-¿Cuáles fueron las últimas inversiones de John Deere en Argentina?
–La última inversión importante fue la adquisición de Pla, que fue estratégica porque nos faltaba la pata de cultivos (pulverización y siembra). La compramos en el timing justo porque luego se prohibió la importación. Hoy tenemos cosechadoras, tractores, pulverizadoras y sembradoras fabricadas localmente. Y estamos invirtiendo en la planta de Las Rosas. Tenemos un plan para unificar las dos fábricas que tiene la empresa, llevando la que está en el centro de la ciudad a las instalaciones que están en la ruta. Además, estamos haciendo nuevos almacenes y calles. También compramos King Agro, de menor inversión, pero también fue importante. Esto muestra el compromiso con el país. A veces se habla de empresas de fabricación local y nosotros hace más de 60 años que estamos en Argentina y seguimos invirtiendo.
-¿Y en la planta de Granadero Baigorria?
–Estamos con un plan de adecuación de todos los sistemas eléctricos de la planta por 15 millones de dólares. A veces hay anuncios por uno o dos millones de dólares. Y esta inversión es solo para mantener la planta funcionando. Me gusta comentarlo porque muestra un compromiso a largo plazo. Nadie invierte en sistemas eléctricos si no va a fabricar por 30 años más. Además, adecuamos el sistema de tratamiento de efluentes con una planta que comenzó a operar en 2017 y seguimos mejorándola. Por otra parte, en líneas de producción, en motores estamos con un proyecto muy importante que es el ensayo frío del motor. El 100% de los motores están trabajando media hora en el dinamómetro que, sumado a los preparativos, lleva 50 minutos en total. Ahora, pasarán a ser de frío, donde el motor no se arranca, solamente se gira y con diferentes ensayos, te indica si el motor va andar bien o mal. El ensayo requiere una cantidad de evaluación de datos muy grande desde el montaje, pasando por las diferentes líneas, hasta llegar al ensayo final que dura 5 minutos. También estamos trabajando con la fábrica que se conecta de forma inteligente.
-¿Cómo ve la ley de maquinaria agrícola que impulsa Cafma?
-La veo muy en dirección a las necesidades de Cafma. Es necesario pensando en el país que tiene agroindustria de primer nivel, tener una base de sustentación de máquina agrícola local también de primer nivel. Y no se puede dejar afuera la autopropulsada, que obviamente son una base fundamental. Las autopropulsadas están lo que Cafma llama multinacionales. Sí, son empresas de capitales globales pero que están asentadas y fabrican en el país hace mucho tiempo y que no deja de ser fábricas locales. Para hacer una ley de maquinaria agrícola nacional es obvio que hay que incluir las fábricas de las compañías globales que hacen equipos autopropulsados. Es importante tener una ley, es el área de la economía argentina, hablando de la agroindustria, que mejor hacemos. Es la que más exporta, la que más superavitaria es. Entonces, dar soporte desde el Estado a todo lo que apoye la agroindustria, es ineludible. Y en eso están las máquinas agrícolas.
-¿Está retrasado el recambio de maquinaria agrícola en el país?
-Lamentablemente, el 70% del parque de tractores y el 50% de las cosechadoras tiene más de 15 años. Y el avance en tecnología por ejemplo de la cosechadora en 15 años, si se analiza las pérdidas de cosecha en este tiempo, es muy importante para el país. No se puede perder esa cantidad de divisas.
-¿Cuál sería una posible solución?
–Probablemente pasa por el plan canje, o el fomento de recambio con financiación de máquina nueva.
-¿Se vienen lanzamientos nuevos en 2022?
Productos nuevos hay en carpeta pero son sólo mejoras de productos actuales, apuntando a seguir mejorando esa visión de darle solución a los sistemas de producción del productor y de la conectividad de nuestras máquinas.
-¿Cómo impactó la compra de John Deere en Pla?
Se puede decir que John Deere ordenó los procesos de una empresa local que trabajaba con ciertas prácticas. Se empezaron a vender productos con la red John Deere, y eso ayudó mucho porque está en todo el país. El respaldo que ve el cliente de John Deere es muy importante.