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“Ya pasaron siete décadas de nuestro querido sector automotor y el común denominador al querer
describirlo es: todo se repite. Cómo una rueda, todo vuelve. Así fue. Tuvimos mercados excelentes,
buenos y malos. También, las problemáticas en cada uno de ellos, fueron parecidas. Alcanza con
ojear las notas periodísticas de cada época. En el año 2013 se registró el récord histórico en venta
de vehículos nuevos y usados. A partir de ese año volvimos con las diferentes problemáticas y el
mercado comenzó a caerse. Hoy, cumplidos los primeros siete meses del año, el mercado del auto
usado está sumergido en una situación, que la podemos tildar, de difícil. ¿Algo impensado? ¿Algo
inimaginable? Simplemente: la historia se repite. Tenemos que trabajar como tantas otras veces con
la esperanza puesta en el destino final”.
Pero siempre, es muy interesante, hacer un poquito de historia.
Para entender el origen de la institución, es fundamental situarse en el contexto en el que se
desarrollaba el comercio automotor en aquella época.
Con el fin de las importaciones, se cerró un ciclo en el que la comercialización de este tipo de
productos tenía características únicas. La entrada de vehículos al país se realizaba de maneras
muy diversas, y los comerciantes debían realizar verdaderas hazañas para conseguir el recurso
esencial para sus negocios.
Además, la vida institucional del país, en sus dimensiones administrativas, legislativas y
judiciales, se veía afectada por transformaciones que generaban dificultades en una amplia gama
de transacciones.
En este entorno particular, el comercio automotor se vio en la obligación de implementar una
serie de medidas de protección, desde el punto de vista legal, que al mismo tiempo dieran
prestigio a esta actividad y garantizaran la transparencia en los procedimientos de quienes se
dedicaban a ella.
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